miércoles, 19 de noviembre de 2014

Calles y pizza

El puente peatonal estaba a unos treinta metros pero en primer lugar me daba pereza, en segundo lugar no se veían vehículos en la zona y en tercer lugar ese puente siempre huele a meados y yo estaba comiéndome una porción de pizza hawaiana.
Eché un último vistazo a ambos lados de la carretera, me metí en la boca un enorme pedazo de pizza y crucé corriendo.
Escuché el grito del anciano y me giré sorprendido. La cosa no era conmigo.
-Así es como matan a la gente. A cualquier payaso lo dejan conducir.
El anciano se dirigió, ahora sí, a mí:
-Corren como locos en esas motos. Si se mataran ellos solos me daría igual. Pero siempre se llevan por delante a otro desgraciado.
Aún tenía una enorme cantidad de pizza en la boca así que sonreí con los labios apretados y las mejillas como Vito Corleone.
El viejo me dio una palmada en el hombro.
-Menos mal que es usted joven y rápido. No cualquiera hubiera podido esquivar así esa moto.
Al fin logré tragarme el pedazo de pizza:
-¿De qué moto me habla?

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